La iglesia está dedicada a Santiago Apóstol, patrón de la localidad, cuya festividad se celebra el 25 de Julio. Esta parroquia data del siglo XVI y es de planta de cruz latina, con una capilla lateral. 

En su interior podríamos destacar las bóvedas, con diversos elementos decorativos en sus “claves”. La pila bautismal, situada en el altar mayor, las pinturas murales situadas en el presbiterio de la nave central y cerrando el retablo mayor, con unos motivos decorativos de las Virtudes Teologales “La Fe, y la Esperanza”. 

Cuenta con siete retablos de muy buena factura todos ellos.

 

Retablo mayor 

I. Dedicado a Santiago 

El encargado de la financiación de esta obra, en 1744, fue don Diego de la Peña, natural de Cantabrana, que fue canónigo de Toledo y quiso dejar pruebas de su generosidad en su villa natal, pues “…en ella rezibio la grazia del Bautismo…” El Maestro arquitecto encargado de la obra fue Santiago del Amo, natural de Burgos y autor también del retablo Mayor del santuario de Santa Casilda. La obra se doró por Fernando López Sagredo y estas labores también fueron financiadas por el canónigo toledano.

Nos encontramos ante una obra de carácter pre-rococó, aunque todavía mantiene rasgos de carácter churrigueresco. Su estilo es más avanzado que el de los retablistas burgaleses del momento ya que los maestros que lo trazaron (D. Diego de Céspedes y Fernando del Amo) estaban en Toledo (cabeza religiosa de España en ese momento y cercano a las inmediaciones de la corte) y por tanto, estaban más imbuidos en planteamientos estéticos innovadores del momento. 
El retablo consta de banco, cuerpo que se divide en tres calles y ático semicircular, para adaptarse a la arquitectura del presbiterio. El banco está presidido por un tabernáculo3 con motivos todavía churriguerescos. Las columnas con rocallas4 nos acercan al nuevo estilo rococó. 
El cuerpo está presidido por una amplia hornacina central en forma de venera, para albergar una bella figura ecuestre de Santiago Matamoros, de carácter muy movido que según las condiciones debería estar “…puesto sobre un caballo con una espada en la mano y a los pies de dicho caballo dos medios cuerpos de moros con sus turbantes y medias lunas sobre un peñasco y las manos del caballo sean de arrojar fuera de la caja”.

 

En las calles laterales aparecen las tallas de San José y San Joaquín, colocándose en el remate una imagen de la Inmaculada. La parte alta del retablo queda coronada por el Padre Eterno sobre una nube, adornado con cabezas de serafines6 y encima el Espíritu Santo adornado con ráfaga.

 

 

 

Retablos colaterales 

II. Retablo de San Miguel 
 

En 1776 el maestro José Benito Cortes realiza los dos retablos colaterales para cuya financiación se emplearon los caudales procedentes del legado de Don Vicente Alonso de Ojeda, familia de ilustre abolengo y relacionada con la conquista de América. 
Es de calle única, con dos niveles, abundante decoración, en plena fase Rococó apenas se observa dicha tendencia. Es más bien un churrigueresco tardío con empleo de trapos colgantes, aletones, ornamentación vegetal etc. 
Dos esculturas ocupan sus hornacinas: un San Miguel pletórico dotado de gran movimiento y arriba, en el ático, Santa Ana, la Virgen y el niño.

 

 

 

 

 

 

III. Retablo de Diego de Alcalá 
 

Construido simultáneamente, es gemelo al anterior. Sus hornacinas están ocupadas por Diego de Alcalá y en el ático una imagen de San Francisco. 
Las esculturas de estos dos retablos se hallan pintadas según la técnica de la época, con abundancia de temas florales y vegetales, así como el empleo de tonos carmines y rosas, que destacan sobre otros más pálidos y fríos. 

 

IV. Retablo de Santiago 

Al fondo de cada brazo del transepto había dos retablos, de los que solo se conserva el de Santiago realizado en 1715. Consta de tres calles. El cuerpo principal y el ático son de nicho único. Entre las esculturas destaca la figura ecuestre de Santiago, con un caballo poco logrado. En el ático hallamos un sumo pontífice procedente de otro retablo. 
 
V. Retablo de nuestra señora 

Se realizó en 1671. Se trata de un retablo pre-churrigueresco de cuerpo y ático, con calle única. Utiliza dobles columnas serpeadas y remates de pirámides herrerianas. 
La hornacina principal albergó una imagen gótica mariana, hoy ocupada por una Virgen moderna. En el ático se conserva una imagen de un Cristo de buena factura. La policromía es propia del último cuarto de siglo XVII.  
El conjunto se enmarca en unas pinturas en la pared que responden al propósito ilusionista de simular que la obra de madera se prolonga por el muro.

Retablos laterales 
 

VI. Retablo de San Roque 
VII. Retablo de Santo Domingo
 

A ambos lados de la nave se encuentran estos dos retablos iguales de estilo Neoclásico. Ambos retablos fueron realizados a finales de siglo XVIII principios del XIX.
En cuanto al diseño arquitectónico, los dos son de madera policromada, imitando el mármol, con la intención de dar una apariencia pétrea a las esculturas. Constan de una sola calle con una hornacina central para albergar las esculturas del santo al que está dedicado. El ático de cada uno de ellos está rematado con un cuadro de óleo sobre lienzo dedicado también a San Roque y Santo Domingo. 
Entre las características de éste estilo está el abandono por el gusto barroco, volviendo a fijarse en los modelos clásicos, aunque conviven aún elementos del rococó como podemos observar en las rocallas doradas que adornan las columnas clásicas del retablo. Al ser de estructura estrecha son muy adecuados para retablos laterales. 
Están los dos enmarcados en unas pinturas murales que hacen las veces de un cortinaje, propio de ese estilo.